martes, 7 de diciembre de 2010

Spotlight en Protesta: Alfredo Jaar

Li Xin

Una sensación de vacío crece en mí, que se infiltra en mi cuerpo como un fluido ligero e impalpable. ..Aunque sólo sea por la alegría de mi tristeza, me gustaría que hubiera ninguna muerte en esta tierra.
E. M. Cioran

Sólo recuerdo el horror y deslumbramiento cuando se dio el spotlight; sólo recuerdo la conmoción honda en mi corazón cuando vi la imagen y que al salir de la sala, la luz de la pantalla fluorescente me infiltra como si el yo fuera una cosa transparente.
El nombre “Kevin” “Kevin”, se repite muchas veces en mi memoria, quien fue pobre, sobrevivió varias veces, quien fue acusado y ensañado por aquellos críticos, se suicidó al final...
Nada me alivia, sobre todo, la ironía entre esa imagen cruel y el derecho propietario de esá, entre la muerte de Kevin y enseñamiento de algunos críticos. Lo absurdo es que como la gente se siente culpable de no hacer nada ante tanto horror, simplemente aquí reprocha y ataca al mensajero y no se dedica a estudiar el mensaje.
Él ya estaba bastante deprimido y se deprimió más con toda esta historia: lo atacaron por mostrar esa foto cuando, realmente, él quería que el mundo reaccionara ante tanta locura.
Depués de ver esta videoinstalación de 8 minutos, o mejor dicho, un filme mudo y invisible, pero que reverbera sonoramente en el interior mío, me pone mucha carga espiritual y me cuesta mucho para esa cura emocional mediante un largo tiempo de lamentación y reflexión. Creo que he visto imágenes similares antes, los niños famélicos y delgados de África, el continente donde las situaciones han sido más marginales y más difíciles que América Latina y Asia. Y esta vez, resulta difícil olvidarla.
Esa exposición que se completa con la instalación “Tres mujeres”, que son retratos de Graca Machel, Ela Bahtt y Aung San Suu Kyi, quienes en sus diferentes ámbitos y países propios han contribuido al mejoramiento del desarrollo del ser humano. A veces, se siente que las capacidades de las líderes femeninas son módicas, pero ellas siempre tienen esa insistencia y firmeza luminosa que nos dejan la luz y la esperanza. El artista Jaar las enfoca llenándolas de luz y espera que las atiendamos y apoyemos.
Alfredo Jaar nació en 1956, se dedica a explorar la desensibilización del público a las imágenes y las limitaciones del arte para representar a eventos tales como genocidios, epidemias y hambrunas. trabajo Jaar es testigo de conflictos militares, la corrupción política, y los desequilibrios de poder entre las naciones industrializadas y en desarrollo. Temas abordados en su trabajo incluyen el holocausto en Ruanda, la minería de oro en Brasil, la contaminación tóxica en Nigeria, y las cuestiones relativas a la frontera entre México y los Estados Unidos. Muchas de las obras de Jaar se extienden meditaciones o elegías. Jaar emigró de Chile en 1981. Su exposición en la Fundación Telefónica Chile, Santiago (2006), que comparte por primera vez con el público chileno, una triunfal y emotivo homenaje en su tierra natal después de salir a vivir al extranjero poco después del golpe militar del régimen de Pinochet. Ahora Jaar vive y trabaja en Nueva York.
Acerca de su obra, dice Jaar, “la gente me describe a veces como un artista conceptual, como un artista político, con el trabajo de una fuerte connotación política o de contenido social. Yo siempre rechazo las etiquetas. Soy un artista y lo creas o no estoy interesado en la belleza y no tengo miedo de ella. Es una herramienta esencial para atraer a mi público y a veces lo uso para introducir horror porque el público tiene que ser seducido ... belleza se convierte en una herramienta para que el público una vez que está más cerca, descubre otras cosas. Eso es una metáfora muy buena para lo que es la vida.” Sea o no un artista político, un artista real tiene obligaciones, en cierta medida, de revelar los problemas sociales y contradicciones del sistema o incluso indagarlos, en mi opinión. Un lúcido intelectual como Jaar espera que el público realice una profunda meditación sobre nuestra relación con el mundo.
Su imaginación comienza a trabajar sobre la base de la investigación, basada en un evento de la vida real, la mayoría de las veces, una tragedia que está empezando a analizar, a reflexionar sobre este evento ... la vida real a la que está tratando de responder.
Jaar quería dar una impresión general, pero sin usar ninguna de las imágenes insultantes que normalmente utilizan los medios de comunicación masivos sobre África. Dice, “mi desafío era cómo mostrar África, con sugerencias y sin tener que insultar de nuevo, porque estoy convencido de que se puede hablar de pobreza sin humillar de nuevo a la persona de la cual se está hablando; se puede hablar de violencia sin violentar de nuevo a la víctima; se puede hablar de víctimas sin victimarlas otra vez.” Indudablemente, Jaar ha logrado su meta con esas creaciones artísticas poderosas.

Aquí está web site de Jaar http://www.alfredojaar.net, puede apreciarla y encontrar la hermosa frase de E. M. Cioran.

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