martes, 14 de diciembre de 2010

"The sound of silence" ante la ceguera ilusoria contemporánea.

La Galería Oliva Arauna nos presenta la obra The sound of silence de Alfred Jaar, una videoinstalación que se complementa con la pieza three women. El artista nos envuelve en un juego con el concepto relativo de los medios audiovisuales en cuanto a la realidad de la pobreza en el contexto de la actualidad. En la consolidada carrera artística de Alfred Jaar siempre se ha dirigido hacia un concepto presente y confuso que no sólo implica la ignorancia generalizada hacia el mundo tercermundista, si no cómo los medios de comunicación influyen en nuestras perspectivas y miradas.


The sound of silence se compone de dos piezas, ambas situadas en una cámara o cuarto oscuro: La primera es una pantalla cegadora colocada en el exterior de ésta, impactando al espectador con la intensa luz blanca, ¿podemos percibir aún este trastorno en la vista o ya estamos lo suficiente cegados con la sobreinformación cotidiana? La segunda parte invita al espectador al paso dentro de la cámara en el momento adecuado, siendo un paso a la concentración, un film mudo, una reflexión a través de las palabras que entran por nuestros ojos del modo que han dejado de entrar las imágenes: la historia polémica de Kevin Carter y la fotografía que obtuvo el premio Pulitzer en 1994. En esta obra de 8 minutos, el artista sólo irrumpe una vez al texto, proyectando un flash sobre el espectador justo antes de la proyección de la fotografía de Carter, de nuevo reincide la luz cegadora como metáfora del filtro que ha construido el hombre contemporáneo ante la imagen, una ceguera ilusoria. A través de la figura de Kevin Carter contemplamos la figura de un hombre incitado al suicidio bajo el peso de la culpa de la humanidad, esa culpabilidad del primer mundo que nunca enfoca su mirada hacia este mundo tercermundista (sea cual sea la verdadera historia del fotógrafo).


Three women es una instalación en la cual tres mujeres, como su nombre lo indican, cobran el protagonismo. A través de los diminutos retratos de las pioneras y valientes Aung San Suu Kyi, Graca Machel y Ela Bhatt, mujeres luchadoras en su propio contexto ante la injusticia social. El artista ha construido pedestales contemporáneos con los propios artefactos de nuestra cultura, nimiedades iluminadas dando la importancia del modo en el que la televisión y los medios se la dan a sus objetivos. Los focos como iluminadores, alumbrando esta existencia que pasa desapercibida en esta sociedad de realidad relativizada.


Surgen varias cuestiones con la construcción de Jaar: ¿Es Kevin Carter una víctima social? ¿Son estas tres mujeres casos únicos a los que hemos ignorado? Pues son en sí claros ejemplos que abarcan una realidad obvia y dada permanentemente a la que el hombre se abstiene a opinar, a la vez que a veces surge y explota por su propio peso (El caso de Carter). Después el silencio, la nada, un tema que queda descontextualizado y aislado, es omnipresente y a la vez suprimido. Una fotografía estremecedora que ahora es propiedad de uno de los hombres con más dinero del mundo, Bill Gates. La luz cegadora nos inyecta el opio, pues el hombre ha conquistado el mundo sin medir sus consecuencias, y si no las ha medido antes, ¿por qué lo va a hacer ahora? El escenario creado para la estética, con Alfredo Jaar da el paso hacia la ética, mediante esta metáfora audiovisual, el drama cobra presencia. Por tanto, ¿en qué medida el artista distorsiona nuestra visión? Una clara denuncia a la actualidad en la que transcurrimos, utiliza el ocultamiento audiovisual para destacar a estas figuras que fueron a su vez distorsionadas de otra forma en nuestros medios. El mundo globalizado nos dirige hacia sus objetivos económicos, parece como si Alfred Jaar gritara: ¡Ya está bien!, y en medio de todo nuestro silencioso ruido hubiese cambiado los focos de lugar. Un guiño al mundo para encontrar sentidos que perdemos entre los papeles de nuestra mente.


Clara López Cantos

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