martes, 14 de diciembre de 2010

POESÍA DEL VÍNCULO


Y en mi cabeza se repite: kevin, kevin carter. El artista chileno Alfredo Jaar nos introduce al mundo de "The Sound of Silence" desde la luz blanca "del dios neón" que nos "apuñala" los ojos. Nos deslumbra antes de entrar a una arquitectura que nos separa, nos aísla durante 8 minutos para reflexionar. Entramos en una cueva protegida por varios focos que nos miran amenazante, y un silencio apenas interrumpido por el sonido del proyector. Así comienza la historia de kevin, por medio de una melodía que solo suena con nuestra lectura interna y que se ve marcada por el ritmo que Jaar nos va induciendo a medida que avanza el video. Relata la vida de un hombre en contacto con la violencia en África, hambrunas, asesinatos en masa, suicidio, abandonos y que se dedicó a fotografiar para acercar sus vivencia y lo que allí veía al mundo. Para remarcar, no nuestra falta de civilidad, que ahora mismo está muy evolucionada, sino en palabras de Jacques Ranciére "el sentido mismo de lo co-presencia de las personas y cosas que conforman un mundo", Jaar aprovecha esto y juega con nosotros para infundir la misma idea.

La vida de Kevin Carter quedó maldita al ser conocido y premiado por la famosa foto de la niña que aparece en el suelo con un buitre cerca de ella. Se le llegó a acusar de ser el depredador con la cámara en busca de la fama. Jaar usa y modifica el lugar de depredador haciéndonos un guiño. Él mismo se coloca en ese lugar al "fotografiarnos" con esos flashes que nos sobresaltan antes de colocarnos ante la imagen que martirizó a Carter y lo llevó a suicidarse.

Jaar elabora un concepto crítico, que va más allá del sentimentalismo, coloca al espectador en un lugar diferente. Le obliga mediante un sonido interno a una relectura del bombardeo diario que recibimos de imágenes sin sentido, que nos han anestesiado. Una idea que ya aparece planteado en uno de sus trabajos anteriores "El lamento de las imágenes" (2006) donde trata el tema de la guerra y la manipulación de imágenes por medio de los bancos de datos. Como la foto de Carter que aparece en la instalación de "The Sound of Silence", que es propiedad de su hija, pero gestionada por Corbis. Empresa perteneciente a Microsoft de Bill Gates, el mismo que hace una limpieza de cara cada vez que aparece presentándose como el protector del pobre "tercer mundo" mientras que al mismo tiempo lo destruye, como por ejemplo con la silenciada guerra en el Congo por el coltán.

Jaar reclama que esa misma empresa que maneja las imágenes del mundo es el verdadero depredador, el que las crea y las controla. Por eso los focos de Jaar apuntan a otros lugares donde ya nadie mira, como con su otra obra "Three Women", que comparte espacio con “The Sound of Silence” actualmante en la galeria Oliva Arauna. Lugares desvinculados del mundo a pesar de las miles de cámaras que nos los muestran. "Mediante pequeños servicios el artista corrige los fallos de los vínculos", dice N. Bourriaud en su libro Estética relacional, Jaar construye un nuevo espacio y piensa una nueva relación para con el mundo de las imágenes, nos traslada a un tiempo concreto donde reflexionar sobre lo común, sobre lo que no vemos ni oímos.

Una experiencia estética, de la que al salir podemos escuchar un ritmo en la cabeza que se repite una y otra vez. Una poesía dividida en segmentos por medio de un nombre kevin, kevin carter. Una melodía que intenta reunificar el vinculo social roto, ya que como dice la canción hay "gente hablando sin conversar, gente oyendo sin escuchar" (Simon and Garfunkel) y gente viendo sin mirar. Tal vez Carter no pudo soportar el sonido del silencio que gritaba dentro suyo. Jaar nos lo transmite convertido en poesía.



Lucía Frère Flesler

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