martes, 28 de diciembre de 2010

ATLAS: LA HISTORIA EN IMÁGENES

Remedios Rodríguez Cruz

Desde 1924, el historiador de arte alemán, Aby Warburg emprendió la difícil tarea de recopilar en imágenes la reciente historia de la civilización occidental, dando lugar a una extensa obra que no consiguió acabar debido a su muerte, en 1929.
Ahora tenemos la posibilidad de contemplar en el Museo de arte Reina Sofía el producto de tal recopilación: una descomposición de nuestra historia reciente que Georges Didi- Huberman, comisario y responsable de la muestra, propone en torno al ambicioso proyecto de Warburg con el fin de dar a conocer su importante labor de investigación sobre las imágenes y su manera de comprenderlas, que tanto ha influido en la historia del arte.

El visitante, asaltado por un bombardeo de imágenes heterogéneas, viaja de la mano de Warburg por distintos momentos de la historia, desde 1914 hasta nuestros días. Sin orden alguno y de forma inconexa, las imágenes, que adoptan todo tipo de soportes, se convierten en testigos de nuestra historia:
La guerra, los conflictos sociales, las injusticias, la política…todo se convierte en imágenes para contextualizar los momentos más importantes vividos en nuestro presente histórico.
La exposición viene a ser un enorme archivo organizado, o más bien desorganizado, que nos recuerda la saturación de imágenes que vivimos en nuestro tiempo.

Distribuída en veinte espacios, Atlas, ¿Cómo llevar el mundo a cuestas? pretende ser una revolucionaria visión de la historia del arte, expuesta de un modo desordenado y sin relación cronológica, rompiendo con las estrictas normas impuestas por la academia de arte. La anarquía que prima en la exposición de imágenes responde a la concepción de Warburg sobre la interpretación de las mismas, sobre el importante papel que juegan en la construcción del conocimiento según su disposición y la relación que se establece entre ellas.
Así, nos presenta retazos de la historia que conforman nuestra cultura, entre los que encontramos desde grabados hasta postales, sellos y notas de escritores o filósofos, como símbolos y huellas, todos ellos, del paso del tiempo.
Las obras pertenecientes a las distintas artes se nos muestran unas junto a otras, mezcladas, sin distinción, ofreciendo un trato de igualdad a todas ellas. No solo aparecen combinadas las distintas artes, sino que la obra de unas y otras “dialogan” entre sí y éstas a su vez mantienen un “diálogo” con el espectador.
La memoria consciente o inconsciente del espectador es la que pone un orden a este caos propuesto por Warburg, pues si la historia fuera expuesta con un orden que explicara sus conexiones, estaríamos ante una historia sesgada y subjetiva, por tanto es nuestra labor recomponerla. Warburg no busca dar un único sentido a las imágenes, sino ofrecerlas de modo que su visionado de lugar a una inagotable interpretación de la iconografía, ofreciéndonos un sinfín de temas, sin darnos ninguna instrucción para su lectura, invitándonos a llegar al conocimiento desde la imaginación.
Es en el montaje, basado en la combinación de elementos distintos, donde radica la valiosa aportación de Warburg a la historia del arte moderno.

El fin de la exposición no es presentar grandes obras de arte sino que se muestran obras menores (siempre vinculadas a diferentes momentos históricos) de grandes artistas contemporáneos, cuyo papel es el de plasmar en imágenes la realidad de su tiempo, dejando un testimonio de la historia.

El titulo que da nombre a esta recopilación tiene su origen en la mitología griega: Atlas fue un titán castigado por querer quitar a los dioses su poder para dárselo a los hombres, por lo que tuvo que cargar con el peso de la bóveda celeste, carga que le brindó un gran conocimiento y sabiduría.
Warburg crea su propio Atlas de la historia en el que, a diferencia de aquél que agrupa conceptos de una misma temática, en éste elementos dispares comparten el mismo escenario.
Con él consigue un reto que resultaba impensable: resumir el mundo y su reciente historia en imágenes, donde la palabra apenas tiene cabida.

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