lunes, 13 de diciembre de 2010

Imagenes desfallecidas, el silencio nos cuenta de...

"The Sound Of Silence", la instalación del chileno Jaar, llega a la galería Oliva Arauna acompañada por la serie "Tres Mujeres" para ofrecernos un momento de recogimiento y reflexión sobre el sentido actual de la imagen. Imagen que es fotografía desvelada por luz blanca. Luz intensa, inevitable, que no se puede ignorar. Del mismo color e impacto que el flash de la cámara y de los focos de los estudios de televisión. Luz de los media. Luz que presenta y no representa. Porque así en realidad es: que las imagenes no nos golpean, no son una ametrallada sino un estilicidio imparable e inadvertido. La sensibilidad hacia ellas ahogada en su mar.

Jaar utiliza la fuerza de la luz aséptica de los flash para dirigir en silencio nuestra atención hacia unos minúsculos primeros planos de mujeres, uno a uno. Aung San Suu Kyi, Graça Machel, Ela Bhatt. Son pequeñas, no son más que tres entre miles y miles de otras imagenes que nos llegan a través de los medios, pero se hacen grandes, se llenan de significado al parar nosotros a pensar en ellas. La imagen recobra su poder visual cuando es sola, pequeña, silenciosa.

En silencio pasamos a "The Sound of Silence", los primeros cien segundos de silencio son como un momento de catarsis que prepara a recibir el cuento que como una litania taciturna discurre en la pantalla negra: habla de periodismo, de fotografía, de guerra y hambruna, de Kevin Carter, de su celeberrima y premiada foto, del suicidio, de los mortíferos recuerdos de horrores. ¿Se puede definir su fotografía una obra de arte? Si pensamos que sí justificamos que un hombre deje morir a otro para crear su obra. ¿Hasta qué punto un sujeto es fotoperiodista, cuándo tiene que ser hombre y salvar una persona? ¿Cómo se llega a tal deshumanización? Deshumanización no sólo del autor que se quedó mirando la escena a la espera del mejor momento para tomar la foto, sino tambien del público que ya es casi del todo indiferente a las imagenes de guerra y devastación, de sufrimiento e injusticia que inundan los medios de comunicación. Quizás la costumbre de verlas, quizás la distancia que interponemos entre ellas y nuestra vida privada nos hayan hecho insensibles. Sabemos que eso pasa pero lejos de nosotros y que aunque lo veamos nuestra vida sigue igual. El fuerte individualismo de nuestra sociedad es una excelente arma de defensa contra los posibles inconvenientes que puede provocar la visión de una niña muriendo de hambre...en foto...sólo cuando la escena la vemos con nuestros propios ojos empezamos a cuestionarnos sobre el dolor y la felicidad. Lo que vio Karter le marcó irremediablemente, las imagenes le llegaron con tanta violencia y le hicieron consciente de que los momentos de felicidad son mínimos frente al dolor.

De otro tipo es la fotografía que retrata a las tres mujeres comprometidas en la lucha para los derechos humanos: la foto del Carter narra, representa como un cuadro realista un detalle en un contexto concreto, su valor artistico consiste, creo, en que su particularidad trascende a universalidad ya que esa escena podría narrar cualquier hambruna en cualquier época; por el otro lado, los retratos son de carácter simbólico, las fotos no cuentan nada si no conocemos a las tres figuras, el significado está más allá de la foto.

Quizás Jaar nos quiera incitar a prestar más atención a las imagenes que nos llegan, a hacer un esfuerzo cognitivo y leer detrás de ellas, a no quedarnos en superficie, a informarnos de verdad. Quiere rescatar el valor de la imagen y lo consigue, consigue que la muerte de dos personas, Carter y la niña, no haya sido inútil. Las luchas de las tres mujeres recobran en este breve momento de reflexión su valor y dignidad, antes sepultados en el ensordecedor silencio de los medios.

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