martes, 14 de diciembre de 2010

LO OCULTO EN LO AUSENTE

The Sound of Silence

Alfredo Jaar


Olaya Vide Pérez

Caminamos inseguros, como desenfocados, hacia la luz verde que nos permite pasar. Nos enfrentamos así sin quererlo a una dialéctica continua: la dialéctica de la luz y la sombra, del interior y el exterior, del rojo y el verde, de la figuración y el signo, de la imagen y la realidad, de lo justo y lo injusto, de la vida y la muerte... Del sonido y el silencio.

Palabras blancas sobre fondo negro que aparecen y se funden a un ritmo determinado y controlado, no constante, fragmentando el tiempo y el espacio de nuestra percepción. Palabras que de tal forma toman cuerpo, como si fueran objetos tridimensionales, y activan otros estímulos, como si fueran música, como si fueran una canción, o un cuento, o un poema... que puedes oír a través de su propio silencio, sumiéndonos otra vez en la situación paradójica. El discurso se articula mediante frases simples, concretas, palabras aisladas que se vuelven poderosas, eficaces; un sujeto desligado de su predicado, a modo de estribillo, a modo de prosopopeya; inexistencia de puntos y mayúsculas que ofrece mayor autonomía a los términos, despojándolos de ciertos matices lingüísticos al despojarlos de ciertas normas; epítetos, quiasmos, polisíndetos, redundancias... retórica oculta en la aparente espontaneidad –y de nuevo la paradoja.

Pero las palabras que vemos no son sólo eso, son en realidad vida –de una fotografía concreta– y muerte –del marco contextual de la imagen. Vida de una imagen en la muerte de una realidad, revalorizándose la primera y desfigurándose la segunda. Palabras que no son más que convenciones intangibles, artificiales, y que sin embargo se hacen necesarias para explicar la distancia entre los términos dialécticos que se plantean. La desplatonización del mundo que proclamaba Susan Sontag a través del poder del objeto fotográfico y su estatus de realidad material, es precisamente la tesis que intenta rebatir Alfredo Jaar con esta obra. Hoy más que nunca somos prisioneros en una caverna. Hoy más que nunca vemos las sombras proyectadas, plenamente convencidos de lo contrario y sumergidos en una continua simulación de transparencia informativa, reconducidos en lo que creemos supone una lectura fiel del mundo, sólo real en su verosimilitud. Los límites entre realidad, imagen, ficción, manipulación, neutralidad... son demasiado difusos en un sistema de lectura que se nos impone desde el exterior. Al contrario de lo que defendía Lewis Hine a principios del siglo XX (“si pudiera contarlo con palabras, no me sería necesario cargar con una cámara”), el fotógrafo de hoy no puede elegir, lo que fotografíe será siempre contado y evaluado mediante pies de foto, notas de prensa, premios, críticas... mediante las palabras de otros, que acaban por anular su propia voz.

La cuenta atrás y los ocho minutos que uno sabe de antemano que dura la exposición, el factor tiempo, apoyan a su vez la incorporeidad de nuestra situación paradójica. Mientras tanto, una batería de hechos y fechas nos limitan en una línea cronológica que nuestra experiencia ya ha concretizado. Por otro lado, y siguiendo a Baudry, el límite espacial en el que nos encontramos, la sala oscura, nos proporciona la extrema concentración visual y la pantalla funciona como espejo, donde nos reconocemos en uno-distinto-a-nosotros, creando un sujeto trascendental. Pero no sólo eso: pasados unos minutos, alguien enfoca y dispara, el espectador se convierte entonces en sujeto fotográfico, ya enfocado, ya protagonista de la reflexión, ya como el buitre, pues todos los que pertenecemos al Primer Mundo somos conscientes de la existencia del Tercero; más que nunca como kevin, pues sólo observamos, y rezamos, quizás lloramos, y esperamos a que pase algo –que el buitre abra sus alas. Si no pasa seguimos adelante, como algo que nosotros no podemos dominar, como una mirada de compasión de aquel que se cree con el poder de cuantificar los Mundos porque el suyo es el primero. Un etnocentrismo tal que nos hace confundir una cámara con un fusil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario