miércoles, 12 de enero de 2011

Pensar en clave de fotograma

Paula Muñoz Rodríguez

El reprimir la naturaleza en un marco de pálidas imágenes es sin duda el deseo del que sueña. Hechizarlas, llamándolas de nuevo, ése es el talento del poeta (Walter Benjamin)

Desde el 26 de noviembre y hasta el próximo 28 de Marzo se celebra en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía la exposición Atlas, ¿Cómo llevar el mundo a cuestas? Una muestra comisariada por Didi-Huberman, que propone hacer visible el nuevo marco de pensamiento introducido por Aby Warburg en el conocimiento histórico y de las imágenes, a través de la interpretación del Atlas Mnemosyne.

Decía Walter Benjamin que ‘los contenidos no son sino esas capas que tan solo tras una investigación cuidadosa entregan todo aquello por lo que nos vale la pena excavar: Imágenes que, separadas de su contexto, son joyas en los sobrios aposentos del conocimiento posterior’ (Imágenes que piensan Obras, IV, I, p. 377.) Aby Warburg tomó esta idea al pie de la letra y se aproximó de manera premonitoria al estado de construcción de nuestra memoria actual: un compendio de fotogramas que pasan por la pantalla de nuestra mirada constantemente. Trató de dotar esas imágenes de significado empapándolas de la esencia que adquirían como parte de un todo. Un todo que se presenta en este proyecto como una caja de bombones: la definición del sabor de cada uno de los chocolates, dependerá del que te hayas comido antes y sobre todo del que pruebes después. Así, Warburg propone conocer la esencia del arte desde las relaciones entre las diferentes etapas y despegándose de cualquier prejuicio tradicionalista.

A la vista queda, por tanto, que Warburg no solamente se adelantó a la forma actual de conocimiento (el de los links, los hipervínculos y Google), sino que además rompió con los rígidos paradigmas historicistas y estético formales para proponer un nuevo concepto: la aproximación a la Historia del Arte basada en las relaciones entre sus componentes. No se trata de coger los fenómenos de manera aislada unos de otros, sino de hacerlos hablar, dialogar. Ponerlos unos frente a los otros y observar la música que suena al poner una al lado de la otra las diferentes notas que reflejan las obras y sus procesos de creación.

Atlas se presenta ante nuestra mirada como un esqueleto o –si seguimos la metáfora- un pentagrama. Es lo que subyace en el imaginario artístico de nuestro tiempo. Las obras que aparecen en el recorrido de la memoria que Warburg construyó no son sino testimonios de un proceso de creación que nos permiten entender de una manera totalmente revolucionaria el panorama del arte actual. Desvelan el entramado del entendimiento en sí de la obra, acercándonos a los artistas y a su modo de relacionarse con su entorno: algo fundamental si queremos aproximarnos de una forma objetiva al arte contemporáneo de nuestro siglo. Tal y como señaló Huberman esta exposición ‘no ha sido concebida para reunir maravillosas pinturas, sino para ayudar a comprender cómo trabajan algunos artistas, de manera que no se ven las bellas acuarelas de Paul Klee, sino su herbario y las ideas gráficas o teóricas que brotaron de él(…); ni los cubos minimalistas de Sol LeWitt, sino sus montajes fotográficos en las paredes de Nueva York’.

Atlas, ¿Cómo llevar el mundo a cuestas? es ‘una historia de fantasmas para adultos’ que quiere recoger las piezas dispersas que componen el puzle del mundo de manera que al completarlo, salgan a la luz aspectos que pasaron desapercibidos sobre el inconsciente de nuestra visión.

El carácter inacabado del proyecto unido a lo fragmentario de la obra de Warburg ha hecho que la aproximación a sus teorías haya sido complicada. Por ello la exposición, junto con la publicación del Atlas Mnemosyne en Castellano (Editorial Akal) resulta una perfecta excusa para recuperar a este ‘famoso desconocido’ y sumergirse en una perspectiva de la Historia del Arte que no puede estar más vigente.

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