miércoles, 12 de enero de 2011

ATLAS: El sueño de comprender el mundo

Olaya Vide Pérez


En aquellos paneles –negros, móviles, dinámicos– convivían imágenes de esculturas clásicas, recortes de prensa, cuadros de Botticelli, bestiarios, dibujos metafísicos, panfletos, sellos... Suponían la confirmación del método warburg, del valor de las imágenes en cuanto manifestaciones simbólico-culturales. El Atlas Mnemosyne, como el mismo Aby Warburg lo denominaría, quedó inconcluso a su muerte, pero fue suficiente para legarnos una forma de memoria de la civilización europea, un nuevo código de lectura del documento visual, una magdalena inconsciente, una búsqueda del tiempo, perdido, pasado, presente, futuro.

La exposición ATLAS. ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?, partiendo de la obra de Warburg, propone un punto de encuentro, una especie de itinerario transversal, de la heurística del artista de los siglos XX y XXI, que se presenta equivalente al propio método de aquel historiador. Se trata, pues, de la otra cara de la creación artística: la recopilación de extractos de mundo/mundos –bajo la ambición de descubrir uno verdadero– se formula mediante la plasmación heterogénea de la realidad física, la reunión de objetos o manifestaciones peculiares, la exploración del gesto, la inscripción de la metamorfosis continua de la realidad circundante, la obsesión por lo que ya no miramos o nunca hemos mirado, la fragmentación del tiempo histórico como reflexión y liberación de lo atroz –ese espectáculo goyesco que nos rodea–, la coexistencia de varios tiempos y espacios en un mismo objeto... Y así, inmersos en la onírica relación con nuestro entorno, en una persistente relatividad en la que la información lingüística se desplaza constantemente hacia la información visual en nuestro conocimiento científico del mundo, comienza la revalorización del atlas de imágenes como moldeador polisémico de memorias y realidades. El artista como arqueólogo y geneálogo. La interpretación de lo exterior a modo de antología del fragmento, desde un ángulo que configura un nuevo viejo espacio artístico y que subyace tras las grandes obras de los artistas presentados. Así, conseguimos al fin digerir cómo un pintor puede ser a la vez un fotógrafo, un biólogo o un escultor; un fotógrafo será un cineasta, un escultor o un psicoanalista; un cineasta es un poeta. Extraer la esencia de lo vivido engloba gran cantidad de manifestaciones, nadie conoce el mundo desde la visión única de una sola experiencia. Los desenfocados Baader-Meinhof de Richter, las flores secas de Paul Klee, las sevilletas dobladas de Tapiès, el puerto de Marsella de Moholy-Nagy, las esculturas involuntarias de Brassaï, la Gradiva de Victor Burgin. “Une catastrophe/C'est la première/Strophe d'un poème/D'amour”, dice Godard, mediante gesto, violencia y verso fraccionados.

El amplio recorrido de imágenes que ofrece la exposición, al igual que la que ofrecen los paneles de Warburg, nos sitúa ante una especie de collage/décollage casi buñuelesco. La propia unión de fragmentos que pretenden cohesión nos dan idea de la real luxación de nuestra percepción, que será al fin lo que más se ajuste a una verdad “absoluta”. El todo está fragmentado, y viceversa (¿qué vino antes, el todo o el fragmento?). El valor de estructura no-fija de aquellos paneles se simboliza en el museo mediante el elemento mesa, superficie de reordenación, lugar de trabajo. Con cada nueva composición el mensaje se transforma. El mismo valor toma entonces el añadir una imagen que el arrancarla. En consecuencia, el contexto se convierte en la obra misma, un contexto cultural ilimitado, no jerarquizado, pero siempre en crisis, una continua dialéctica entre lo apolíneo y lo dionisíaco, entre el sueño y la embriaguez. Lo que al fin y al cabo se manifiesta y a la vez se oculta bajo imágenes y sus asociaciones, bajo constelaciones, estrellas que ya estaban ahí y que decidimos un día unir, como sueños hechos fotogramas que nunca pretendieron proponer una lógica narrativa. A pesar de todo, las llamamos Andrómeda o Casiopea, los atamos con la correa de un fiel perro andaluz, siempre en busca de la historia que una esas escenas y que finalmente nos haga comprender.

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