martes, 11 de enero de 2011

El Atlante de la Memoria

Lucía Frère Flesler


“Atlas ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?, nos presenta una nueva forma de ver la historia del arte, una historia de imágenes que nos desvela el esqueleto de las obras de arte. Nos encontramos con mapas, fotos, cartas, postales, paisajes, mesas, recuerdos, objetos inútiles, enciclopedias, libros, revistas, gestos, imágenes que trasladan al espectador a un viaje a través del inconsciente del arte y los artistas.

Todo surge desde el concepto de Atlas Mnemosyne o Atlante de la Memoria del historiador de arte alemán Aby Warburg, donde estudia la vida de las imágenes: pathosformeln o fórmulas de lo patético, "mecanismos sensibles aptos para evocar, en un discurrir opuesto al del procedimiento habitual de la memoria(…) el recuerdo de experiencias primarias de la humanidad", como lo ha definido el historiador del arte argentino José Emilio Burucúa.

Atlas es una exposición que propone hacer visible el nuevo marco de pensamiento, introducido por Aby Warburg en el conocimiento histórico y de las imágenes. La muestra, sin embargo, no se construye como a partir de una exposición monográfica sobre Aby Warburg, sino como un recorrido por la historia de las imágenes desde 1914 hasta nuestros días.

Atlas que inspiró a tantos artistas al mismo tiempo, como fue el caso de Walter Benjamin, que inventa su propio Atlas histórico, por medio de imágenes y pequeños textos como por ejemplo Hacia la Imagen de Proust "Pues lo más importante para el autor que recuerda no es lo que ha vivido, sino el proceso mismo en el que teje su recuerdo (…)", de eso trata la memoria. Aby Warburg, plantea una historia del arte tal como él la concibe en su cabeza, no lineal, explícita y cognitiva, entendiendo cada nexo de unión de un paso a otro, sino como cientos de líneas que se disparan inconscientemente dentro de nuestro conocimiento que nunca funciona linealmente, sino que es una maraña de ideas e imágenes que crean nuestros recuerdos. De ahí también que el estudio del arte va cambiando poco a poco, no como un conocimiento cerrado, sino como un descubrir continuo, como comenta Didi-Huberman, en su libro La imagen superviviente, "El discurso histórico no "nace". Siempre vuelve a empezar", la historia del arte no es, se debe ir haciendo.

¿Cómo llevar el mundo a cuestas? Es interesante como se plantea la idea de la mesa de montaje a lo largo de la exposición. Como los artistas "cabalgan" con toda una mochila llena de imágenes que va conformando su historia, su mapa visual, elementos simples, olvidados, inútiles, pero que todos guardamos a lo largo de nuestras vidas como signos de nuestra propia historia.

"Conocer un animal, una planta o una cosa cualquiera de la tierra equivale a recoger toda la espesa capa de signos que han podido depositarse en ellos o sobre ellos; es encontrar de nuevo todas las constelaciones de formas(…)" dice Foucault en Las Palabras y las cosas, de eso habla Atlas, de la necesidad de un "conocimiento transversal, que comenta Didi-Huberman, no estandarizado de nuestro mundo", "hacer hablar a todo" (Foucault), para entender, para poder crear un mapa y comprender esas imágenes que nos hablan.

"El arte surge de otras y más profundas fuentes. Para descubrirlas tenemos que comenzar por olvidar nuestras pautas habituales y sumergirnos en los misterios de nuestra vida inconsciente", comenta Ernst Cassirer, en su Antropología Filosófica, se acerca a la idea de Warburg sobre la memoria inconsciente, la que se interpreta, la que vas más allá, la que necesita un montaje como dirá Didi-Huberman en Cuando las imágenes tocan lo real "el montaje escapa de las teologías, hace visibles las supervivencias, los anacronismos, los encuentros de temporalidades contradictorias que afectan a cada objeto, cada acontecimiento, cada persona, cada gesto", más allá de su aversión hacia los historiadores del arte, plantea la apertura a una nueva forma de ver y leer el arte, donde cada uno puede recrearse en su propia memoria inconsciente.

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