lunes, 10 de enero de 2011

Atlas ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?

Jessica Natalia Villa Dávila

Atlas ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?, es sin duda una exposición bastante compleja de leer y abarcar. La exposición a pesar de ser en su mayoría una muestra visual, necesariamente remite a una explicación textual de la historia del arte, las imágenes, las formas y sobre todo la trasformación en la interpretación de estos conceptos o posiciones estéticas. De hecho en la entrada de la sala ya existe una invitación directa a leer la documentación que se hace necesaria para entender la obra.

Esta producción está organizada por el comisario Georges Didi-Huberman, quien reúne una serie de imágenes inspiradas en el trabajo de Aby Warburg y su Bilderatlas. Este arqueólogo e historiador del arte, propuso una lectura de las imágenes a partir de una especie de cartografía desigual que busca el conocimiento a través de las diferencias y no de las similitudes, como propone originalmente la idea del Atlas.

Esta exposición se presenta como una propuesta de traducir el imaginario visual del siglo XXI, utilizando la idea del Atlas al revés. Se exhibe una serie de imágenes que demuestra el hibridismo visual y cultural al que se expone el individuo contemporáneo. Así mismo, es también una muestra de cómo esas imágenes míticas o esos contenedores de imágenes propuestos por Warburg, siguen afectando la concepción de nuevos campos visuales y en algunos casos contaminándolos de manera conflictiva.
Al sobreponer diferentes tipos de imágenes, se crea un dialogo entre las mismas, y el espectador, el cual empieza a encontrar significados a partir de esta difícil red de relaciones estéticas. Esto no quiere decir que la exposición pretenda dar un único significado, o que se esté haciendo una interpretación fiel de la propuesta de Warburg, todo lo contrario. Hay una intención, por momentos bastante evidente, de devolverle a la imagen su poder político.

Así mismo, en correspondencia a lo anterior, la exposición vuelve a poner en relación las palabras y las imágenes. Las imágenes compelen la mirada sobre las palabras que aparecen en medio de las primeras, interviniendo en su proceso interpretativo. En este sentido hay una ratificación de las ideas de Walter Benjamín respecto a la imagen, en cuanto a esa recuperación de un ideal ético-estético.

En la mayoría de los casos la imagen se presenta de manera que perturba, plasmada en unos formatos que no son los adecuados, obligando así al observador a detenerse e indagar sobre su significado. Un claro ejemplo de esto son las postales. Éstas representan esa parte lúdica de la exposición, que involucra al espectador en la experiencia misma de trastocar las convenciones visuales.

La composición estética de estas postales, obliga al espectador a tomar una actitud crítica o por lo menos a extrañarse bastante respecto a la imagen y la razón por la cual se presenta de esa manera. La postal adquiere el peso de la tragedia de la que hablan esas imágenes.

Otro ejemplo de lo mismo, es la proyección del bombardeo de Irak sobre la imagen de un niño durmiendo. Es imposible ver esta proyección y no pensar en el contenido crítico que alude. Por esta razón, todas las imágenes al ser intervenidas o presentadas en formatos no convencionales, adquieren nuevas significaciones.

No obstante, habría que pensar si esta agrupación de imágenes es suficientemente resistente para mantener su carácter crítico. Pues volviendo al ejemplo de las postales y citando otro nuevo como el de las cajas de cerrilla, habría que preguntarse ¿qué le impide al espectador convertir una cosa o la otra en decoración?
Por esta razón, y a pesar de su enorme intento, Huberman sigue enfrentándose a los efectos neutralizadores que adquiere el museo frente a la imagen y su contenido ético.

En su intención de contenerlo todo, la exposición pierde fuerza, se hace agotadora para un espectador promedio que no tiene idea de los planteamientos intelectuales que ofrece la exposición, ni tiempo para estudiar detenidamente la bibliografía base de ésta propuesta.

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