martes, 11 de enero de 2011

ATLAS

Rebeca Pérez de la Torre.

Partiendo de la idea del Atlas Mnemosyne creado por el historiador del arte Aby Warburg, el comisario de la exposición Didi Huberman realizará el montaje de ésta. El Atlas Mnemosyne de Warburg es un “atlas de imágenes” para componer así la memoria - su propia memoria - y la “memoria del mundo”. Lo realiza tras su trágica experiencia vivida en la Primera Guerra Mundial lo que le supondría el ingreso en un centro psiquiátrico. Un atlas no entendido como conocemos comúnmente a un conjunto de imágenes cartográficas o una enciclopedia - fijas e inamovibles -, sino como un conjunto de imágenes cambiantes ya que estos paneles que componían el atlas los iba modificando cada día, suprimiendo o añadiendo nuevas imágenes y que, aunque a simple vista no tengan relación tienen sin embargo un hondo significado: configurar la memoria.

Huberman, en la primera sala presenta las fotografías de este Atlas Mnemosyne y la representación clásica de Atlas; a continuación entramos en el primer espacio de la galería 103, donde encontramos un cúmulo de obras las cuales aparentemente no tienen relación como sucede con el resto de las exposición. No encontraremos tampoco grandes obras, grandes maestros, grandes escuelas. Lo que vamos a ver es la presentación de una forma de pensar, de cómo el pensamiento se transforma en imágenes, de cómo este pensamiento se desarrolla a través de las obras de arte en un pensamiento lógico como si se tratase de un ensayo o narración ejecutado no en papel, sino a través de las salas de un museo. Un pensamiento eso sí, muy difícil de llegar a él, si no se va algo preparado antes de ver la exposición. No bastaría sólo con leer el tríptico que el amable personal de información te proporciona ya que sólo con esto, saldremos con la sensación de no haber visto nada “importante” o conocido, de no haber entendido nada y pensando que es una exposición más “de este arte contemporáneo que nunca se entiende”.

Podría pensarse incluso en una exposición bastante aburrida, con obras eso sí, nunca expuestas previamente, por lo poco bellas o conocidas de éstas, pero una vez que se conoce el significado, uno se da cuenta de que hasta este momento quizás nadie había planteado una exposición de arte de esta manera; de cómo explicar un pensamiento filosófico a través del arte.

Esta idea estaría dividida en cuatro grandes salas. En la primera, a través de las obras expuestas tan dispares como unos grabados de Goya o fotografías de Victor Burgin, Huberman planteará el conocimiento del ser humano a través de las imágenes. Se trata por lo tanto de un atlas de imágenes; Estamos educados a ver las imágenes como nos han enseñado. Existe una “educación de las imágenes”.

A continuación, se presentan obras con una característica en común, la forma; diferentes depósitos de agua, pero iguales en su forma; diferentes tipos de plantas, pero iguales en su forma. Conocemos el mundo, a través de las formas. El siguiente espacio sería el conocimiento a través de los lugares, mostrando entre otros, las Fotografías de Guerra salvadas de la biblioteca de Warburg por sus colaboradores tras un bombardeo.

La última sala sería el conocimiento a través del gesto. El gesto patético que ya existía en la antigüedad no ha cambiado sin embargo con el transcurrir del tiempo. Las plañideras que figuraban en las vasijas o en las pinturas de los grandes templos griegos, son las mismas que encontramos hoy en los cementerios llorando a sus muertos.

Finaliza con una proyección donde se visualizan gestos comunes a todas las culturas, credos y religiones. Reconocibles sin importar de dónde procedas. Gestos que, alguna vez, todos hemos hecho por tradición, creencia, curiosidad o quizá sólo porque son eso: gestos.

Huberman por lo tanto, con este Atlas, daría con la solución al problema planteado por Warburg de cómo almacenar la memoria del mundo: con esta gran exposición.

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